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jueves, 17 de septiembre de 2020

FESTIVIDAD DE LAS CRUCES DE JOCOHANCA

 

04 al 13 de mayo

 

El cerro que cobija a las 3 cruces de Jocohanca a una altura aproximada de 4,400 metros sobre el nivel del mar, tal vez un poco más, los cerros en conjunto, por la propia naturaleza son bellos, reflejados por los rayos del sol que nace y por el silbido alegre del aire que hace una melodía agradable al oído conjuntamente con el susurro del ichu al son del viento; pero a la vez, también es triste, por la soledad y el color amarillento del ichu y el frío helado del amanecer y del anochecer. Ahí están los tres Maderos, erguidos, desafiando a la naturaleza, a los rayos de los meses de frío invierno.

Históricamente se dice que en la época del incanato existía una Guaca en el cerro de Jocohanca que servía de adoratorio a los que habitaban en los Ayllus de esos lugares. Al llegar los españoles a esas zonas en el siglo XVI, la Guaca fue destruida por los extirpadores de idolatrías y al mismo tiempo reemplazado por una cruz, signo del catolicismo. Por trasmisiones orales se sabe que la cruz originaria y primigenia fue reemplazada por otra de mayor dimensión en el siglo XVIII y es la que perdura hasta la actualidad con el nombre de "El Viejito".

Años más adelante, sin precisar fecha, se agrega una segunda cruz, a la que le dieron el nombre de "Surqueño Viejo", el mismo que posteriormente fue alcanzado por un rayo que lo partió en dos, hecho que motivó la idea de cambiarla por un nuevo madero que fue regalado por el devoto don Perfecto Guzmán en el año de 1910, a la que se le denominó "Surqueño Nuevo". Trilogía que coincide con las cruces del Calvario, motivo por el cual despertó mayor devoción y son veneradas hasta la actualidad con profundo fervor católico. Se dice que los nombres de Surqueño vienen por que se cree que los maderos que sirvieron para las dos cruces fueron traídos del pueblo de San Jerónimo de Surco.






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